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  • Mauricio Florez Morris, Ph.D.

Fuego y Furia dentro de la Casa Blanca de Trump


El pasado fin de semana, en forma colectiva y casi unánime, la élite política norteamericana (congresistas, periodistas, consultores, lobistas, etc.) y los que desde la academia nos interesa estudiar temas de liderazgo político, pasamos largas horas leyendo el recién publicado libro de Michael Wolff: "Fire and Fury. Inside the Trump White House" (Fuego y Furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump" (2018, p. 336 paginas). Parte del inusitado interés por esta publicación se debe a dos factores: (1) El amplio acceso que su autor tuvo a funcionarios y amigos de la administración Trump (se realizaron más de 200 entrevistas con el círculo íntimo de colaboradores del mandatario, muchas de ellas fueron grabadas). (2) A los inmensos esfuerzos jurídicos que realizó Trump para frenar la publicación de este libro, y al trabajo de relaciones públicas que ahora hace la Casa Blanca para desprestigiar a su autor y a muchas de sus fuentes.

Ya para el sábado 6 de enero, un día después de salir el texto al mercado, la prensa mundial presentaba "Fuego y Furia" como el primer best-seller político del 2018 y los comentarios se centraban en dos temas. Primero, que la victoria electoral de Trump tomo por sorpresa al candidato y a la mayoría de sus asesores. Segundo, el libro revela las repetidas acusaciones de Steve Bannon (Jefe de Estrategia durante la segunda parte de la campaña Trump y luego Asesor en Estrategia de la Casa Blanca) contra los hijos de Trump, entre las que sobresalen acusar al hijo mayor del presidente, Don Trump Jr. y al esposo de su hija Ivanka, Jared Kushner, de haber cometido traición al reunirse con los rusos.

Más allá de estas dos revelaciones y de las numerosas anécdotas, más propias de una comedia que de una biografía de un líder de talla mundial, el libro permite hacer una lectura académica examinando al menos dos importantes temas: El primero, las divisiones internas en la Casa Blanca y su efecto en la formulación y ejecución tanto de políticas públicas como de políticas internacionales. El segundo, desde la perspectiva de la psicología política, la obra ofrece una amplia fuente de información personal sobre Trump que aporta valioso material para la construcción de un perfil psicológico del personaje.

Por último, para la élite y sus colaboradores en Washington, DC, el libro "Fire and Fury" es el equivalente a un misil político, pero en este caso, el mayor daño que causa no es atribuible a su publicación, sino a que marca una trayectoria de ataque efectiva en el campo electoral, especialmente pensando en las elecciones de mitad de periodo que se realizaran el 6 de noviembre de este año, donde todos los 435 escaños de la cámara baja están en juego, al igual que un tercio del Senado y 39 gobernaciones. Peor aún y más importante, el libro también marca una línea de investigación, que difícilmente ahora puede ignorar el Fiscal Especial ("Special Prosecutor"), Robert Mueller, en su actual investigación sobre los nexos de la campaña Trump con Rusia.

La lectura completa del libro, nos deja saber que importantes fuentes de información del autor, han expresado temor por la investigación que se adelanta respecto al tema. Cuando Wolff preguntaba sobre esta intranquilidad, las respuestas apuntaban a que detrás de la relación Trump-rusos, se podía encontrar una importante razón económica, relacionada con el lavado de cientos de millones de dólares provenientes de Rusia que han ayudado a financiar importantes negocios de personas muy cercanas a la Casa Blanca. Es así como pocos días después de la publicación del libro, Robert Mueller, citó a Trump para hablar sobre el tema, lo cual puede llegar a determinar el futuro de su presidencia.

A continuación, el artículo ampliara estos temas.

 
 

Casi todos en la campaña Trump estaban preparados para "ganar" con la derrota electoral

Wolff sostiene que hasta último momento Donald Trump y la mayoría de sus asesores pensaron que era imposible ganar la elección presidencial. Frente a esto, su estrategia era tener una derrota digna, no mayor a un 6% de diferencia, culpar a la "tramposa Hillary" de haberle robado las elecciones y aprovechar el nuevo nivel de popularidad que alcanzaba la "marca Trump" para lanzar nuevos negocios, incluida una cadena de televisión de cable conservadora, al mejor estilo de Fox News.

El libro asegura que los más cercanos asesores de Trump ya estaban buscando nuevos trabajos para después de la derrota. Por ejemplo, Kellyanne Conway, la Gerente de Campaña de Trump, soñaba en convertirse en una comentarista estrella de un importante canal de noticias. Las posibilidades de ganar eran tan escasas, que el equipo de transición a cargo del famoso gobernador Republicano de New Jersey, Chris Christie, prácticamente no había adelantado ninguna labor previa a los comicios de noviembre. También se habla que después de la convención Republicana, sus asesores le habían pedido a los Trump 50 millones de dólares para financiar las actividades de la campaña, pero la familia era tan escéptica de la victoria que solo prestaron 10 y esto con la condición de que el dinero fuera devuelto inmediatamente se empezaran a recaudar donaciones. Importantes asesores de Trump, como es el caso del General (R.) Michael Flynn, quien se convirtió en orador destacado en muchos eventos de la campaña, aceptó el pago de Rusia por 45000 dólares para dar una conferencia, pensado que esto no iba a ser un problema, pues las posibilidades de que Trump llegara a la presidencia eran muy pocas. La campaña también contrato a Paul Manafort, asesor político con conocidos vínculos con amigos de Putin, a sabiendas que esto le podía generar serios problemas a una futura administración Trump en caso de ganar la presidencia, lo que consideraban poco posible. Wolff comenta que, entre los asesores, solo el sector ultranacionalista de ellos, liderado por Steve Bannon y que se aglutinaba alrededor de la agencia de noticias "Breitbart News", pensaba que la victoria de Trump era viable.

 

Michael Wolff también narra situaciones en su libro donde los hijos de Trump bromeaban entre amigos sobre la posibilidad de que su padre fuera electo presidente y se referían a la poca capacidad intelectual de la nueva esposa de Trump, Melania, quiera era de las pocas personas que creían en una posible victoria. Wolff nos aclara que para Melania este resultado no era nada deseable, pues ella ya había sido blanco de burlas por copiar un discurso de la esposa de Obama y por aparecer desnuda en fotos de modelaje, y pensaba que de llegar su esposo a la presidencia la situación iba a ser peor. Se dice que, para tranquilizarla, Trump le prometió que no iban a ganar. Por eso cuando se supo de la victoria, ella entró en un estado de depresión, tristeza y llanto. Wolff nos cuenta que los asociados de Trump racionalizaron la victoria haciendo una similitud con la película "Los Productores" (2005). En la trama del filme dos pícaros decidieron crear el peor show musical de Broadway, "Primavera para Hitler", con el fin de ganar plata al cobrar un seguro, el cual cubría de forma más que generosa los gastos que ellos habían hecho. La mala suerte de los productores fue que el show tuvo un éxito inesperado y no pudieron cobrarlo.

 

Tráiler de la película: "Los Productores"

 

Peleas internas en la Casa Blanca

Wolff teoriza que entre menos favorito sea un político para ganar una elección, como fue el caso de Trump, más extrañas e inexpertas son las personas que lo acompañan en la campaña y después en el gobierno, en caso de que llegue al poder.

Las críticas y acusaciones de Steve Bannon contra Don Trump Jr. y contra Jarvanka (término usado para referirse a Jared Kushner y su esposa Ivanka Trump) fueron solo una manifestación del conflicto interno que ha vivido la Casa Blanca durante los primeros meses de la actual administración. En esta pelea Wolff identifica a cinco grupos. El primero, dirigido por Steve Bannon, tenía una tendencia de ultra derecha nacionalista y estaba enfocado a que Donald Trump cumpliera todas las promesas de campaña. De acuerdo con Wolff, en sus conversaciones con Bannon, este usualmente mezclaba insultos, referencias históricas, datos sobre los medios de comunicación, eslóganes políticos de derecha y frases motivacionales. Bannon había instalado un pizarrón blanco en su oficina donde escribió todos los compromisos hechos en la campaña, los cuales pensaba ir tachando en la medida en que se cumplieran. También retiró todas las sillas para que las personas que entraran a su oficina no le hicieran perder mucho tiempo. Su lugar de trabajo era más pensado como un cuarto para dirigir una guerra que como una sala de visitas.

 

Bannon era alguien con capacidad de enfocarse en un tema, pero desorganizado, que difícilmente devolvía llamadas telefónicas y que tenía fobia al email. Tanto el discurso de posesión de Trump, como su primera ley prohibiendo el ingreso de musulmanes de varios países a los Estados Unidos fueron contribuciones que Bannon y sus seguidores hicieron durante los primeros días de la administración. Su estrategia política era avanzar sin negociar con los opositores sino creando disrupciones en el sistema. Para él, la política no era el arte del compromiso sino el arte del conflicto que generan rupturas sociales donde el ganador captura el apoyo de los segmentos más poderosos de la sociedad. Su principal estrategia para avanzar la agenda de Trump era generar caos a nivel político y social, para luego racionalizarlo desde su agenda de ultra-derecha. Muchos de sus colegas en la Casa Blanca identificaban a Bannon como un conspirador, un personaje que lanzaba ataques antes de ser atacado. Su interés era anticipar los movimientos de otros y compensarlos antes de que ellos avanzaran en su contra. Sus ídolos eran los consultores Republicanos Lee Atwater y Karl Rove, al igual que el experto en medios y fundador de Fox News, Roger Ailes. Desde su alto puesto como Asesor en Estrategia de la Casa Blanca, Bannon sentía que estaba en una competencia de vida o muerte contra las otras facciones en el gobierno y pensaba que cualquier posibilidad que Trump tuviera de negociar con la oposición del Partido Demócrata iba contra la agenda y el futuro político del presidente.

 

El segundo grupo en conflicto por el poder en la administración Trump estaba liderado por Reince Priebus, quien antes de asumir el puesto como Jefe de Personal ("Chief of Staff") en la Casa Blanca, había sido Director del Comité Nacional Republicano. Priebus no era político, ni estratega, ni experto en políticas públicas. Su fuerte era trabajar dentro de la maquinaria del partido y recolectar fondos para los candidatos. Se caracterizaba por extensas jornadas en su oficina y por haberle podido dar un orden y dirigido recursos del partido a la campaña Trump. Ya dentro de la Casa Blanca, su poder emanaba de muchos de los Senadores y Representantes Republicanos que habían sido electos con su ayuda. Para Trump, la utilidad de Priebus estaba relacionada con su capacidad para pasar legislaciones en el Congreso. Debido a esto, la imposibilidad de derogar el Obamacare (el seguro de salud de Obama), le restó a Priebus mucha influencia en la Casa Blanca.

Un tercer grupo, era liderado por Jarvanka (Jared Kushner e Ivanka Trump) al cual se le sumaron otros miembros de la familia, ex-directivos de la organización Trump y personas con gran trayectoria y altos vínculos en el mundo de los negocios. Wolff los denomina "los Republicanos de Rockefeller", en referencia a que en muchos aspectos políticos ellos mantienen la línea liberal dentro del Partido Republicano. Esta tendencia la lideró el vicepresidente Nelson Rockefeller, durante la administración de Gerald Ford y tuvo importantes figuras como Henry Kissinger, pero finalmente desapareció de la arena nacional con el ascenso de la derecha Republicana, representada por Ronald Reagan en 1980. En otras ocasiones, Wolff llama a esta facción, "los Demócratas de Goldman Sachs" debido a que muchos de sus miembros provienen de Wall Street y tienen vínculos con sectores financieros de la economía mundial.

En el contexto de política internacional, los Jarvanka apoyan la intervención de los Estados Unidos para castigar actos de genocidio en otras partes del mundo. Un ejemplo fue el bombardeo norteamericano con misiles Tomahawk contra la base aérea siria Al Shayrat, el 7 de abril del 2017, que se realizó como represalía al ataque con armas químicas que el gobierno de Assad hiciera contra civiles en Khan Sheikhoun. En esta ocasión, la facción nacionalista de Bannon que se oponía a cualquier nueva intervención de los Estados Unidos en el exterior, perdió frente al grupo de Jarvanka. Pero este no siempre fue el caso, durante el mes de mayo, Bannon convenció al presidente Trump sobre el retiro de los Estados Unidos del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, esto pese a la oposición de la facción Jarvanka. En la agenda interna mientras Jared e Ivanka quieren adelantar políticas a favor de las mujeres, como es el caso de incentivar acciones más fuertes del gobierno contra el tráfico de personas y a favor de la planificación familiar, Steven Bannon estaba obsesionado con expulsar la mayor cantidad posible de inmigrantes ilegales, terminar con el seguro de salud universal de Obama y aumentar impuestos a las importaciones.

De acuerdo con el libro, el vicepresidente Mike Pence, tiene un pequeño núcleo de poder aparte, desde donde trata de mantenerse alejado de cualquier confrontación. Él está rodeado de personas leales que lo protegen y se dedica a actividades netamente protocolarias. Algunos observadores lo califican como uno de los vicepresidentes más débiles en la historia del país.

Una última fuerza relevante en la administración federal es la burocracia, especialmente aquella relacionada con los servicios de inteligencia a los que Trump había atacado reiteradamente durante la campaña. Uno de los puntos más altos de hostilidad ocurrió cuando el presidente, influenciado por el grupo Jarvanka botó al director del FBI James Comey por avanzar en la investigación que relacionaba la campaña Trump con los rusos. Después de este despido, la respuesta de la burocracia fue el nombramiento del Fiscal Especial ("Special Prosecutor"), Robert Mueller, para investigar justamente este tema. Según Wolff, Trump dice entender a los políticos, pero no el temperamento y los motivos de los burócratas, especialmente no comprende las razones para que alguien quiera estar en un puesto con tan bajo salario por mucho tiempo.

Aunque es común que existan confrontaciones entre los altos funcionarios de cualquier gobierno, es raro que un alto número de ellos salgan despedidos antes de terminar el primer año del mandato. Parte de las peleas ocurrieron abiertamente, tratando de convencer al Presidente. Pero las que más daño causaron fueron las luchas clandestinas, que usando armas subrepticias como las filtraciones a la prensa, sembraron dudas sobre la capacidad del mandatario y sus asesores. Wolff asegura que durante los meses que estuvo como periodista dentro de la Casa Blanca, él y sus colegas fueron testigos de un ambiente de competencia entre los funcionarios por ser los primeros en filtrar noticias dando una versión que les fuera favorable, antes de que otras fuentes compartieran con la prensa información negativa en su contra.

Un elemento común en la salida de Reince Priebus, Steve Bannon y muchos otros funcionarios de alto rango fue la frustración. Priebus se sintió decepcionado porque pese a ser el Jefe de Personal de la Casa Blanca, muchas personas, incluida la familia Trump y Steve Bannon, se saltaban su autoridad para hablar con el presidente. Adicionalmente la incapacidad o falta de voluntad del Partido Republicano para avanzar en la agenda legislativa de Trump, lo marginó cada vez más dentro de la administración.

En el caso de Bannon, su frustración se relacionaba con lo que él identificó como la falta de disciplina estratégica de Trump. La misma se hizo notoria con el nombramiento de personas cercanas al grupo Jarvanka como es el caso de Anthony Scaramucci, Director de Comunicaciones de la Casa Blanca, quien fue despedido diez días después de anunciar su nombramiento debido a declaraciones injuriosas contra otros funcionarios de la Casa Blanca, durante una entrevista para la revista New Yorker.

Adicionalmente el sentimiento de decepción hacia Trump creció, cuando Bannon usando el modelo que los Clinton emplearon en su administración, le pidió al presidente que no hablara más sobre el caso de la relación de la campaña con los rusos, que dejara que sus abogados hicieran su trabajo y que él se dedicara a gobernar. Opuesto a esta recomendación, el presidente decidió darle una entrevista a la periodista Maggie Haberman del New York Times sobre este tema. Con esto Bannon explotó y empezó a criticar cada vez más abiertamente a los Trump, lo cual generó su despido.

Una segunda razón que explica el retiro de tantos funcionarios y las dificultades para contratar gente nueva y con mayores capacidades es el temor de verse involucrados en la actual investigación que se adelanta por las posibles relaciones entre la campaña Trump y los rusos. El solo hecho de ser convocado a una reunión donde se discuta este tema, hace que el nuevo funcionario tenga que potencialmente declarar ante la justicia al respecto. En los círculos de Washington se dice que en el caso de que esto ocurra, se necesita alistar un mínimo de 50 mil dólares para tener una asesoría jurídica adecuada. Como resultado de esto, quienes empezaron en la campaña Trump como simples pasantes, ahora ocupan importantes puestos en la Casa Blanca. Es el caso de Stephan Miller, Alto Consejero Presidencial. Otros funcionarios, claramente más capacitados como la famosa asesora electoral, Kellyanne Conway, ahora tratan de mantener un perfil lo más bajo posible.

 

Datos para la crear un perfil psicológico de Donald Trump

El perfil psicológico de una persona se puede entender como una forma de análisis o modelo donde se representan su forma de ser y los principales rasgos de su personalidad. Esta herramienta de investigación es usada en diferentes especialidades académicas que van desde la contratación de personal hasta el estudio de criminales en serie. Su utilidad está orientada no solo a ganar un mayor entendimiento de las conductas de los sujetos analizados sino también en poder aumentar la capacidad de predecir sus futuras acciones. En el campo de la psicología política, un importante grupo de investigadores, incluido personal que trabaja en agencias de inteligencia, se dedican a crear y perfeccionar los perfiles psicológicos de los principales líderes políticos. Textos como "The Psychological Assessment of Political Leaders" (2005) del profesor de George Washington University, Jerrold M. Post, y su artículo "Personality Profiling Analysis" publicado como parte de "The Oxford Handbook of Political Leadership" (2016) ofrecen una guía para este tipo de estudios al igual que ejemplos concretos donde se usa exitosamente esta metodología.

Teniendo en mente este concepto de perfil psicológico, la lectura del libro "Fire and Fury" de Michael Wolff genera la sensación que el texto ofrece una enorme cantidad de datos para el análisis de Trump desde esta perspectiva. Por supuesto, como muchos modelos de conducta psicológica, los datos empiezan a ser realmente relevantes en la medida en que las conductas se repiten y las mismas se convierten en tendencias y hábitos que permiten predecir acciones futuras.

Entre los puntos más interesantes para construir un perfil psicológico de este personaje se encuentra su miedo a ser envenenado, por esta razón prohíbe que cualquier persona toqué su crema dental y le gusta comer en McDonald, pues la comida ya está hecha cuando él la ordena. Es alguien que le gustan las ventas, el ser centro de atención y el difundir chismes. Es incansable en su intento de ganar. No tiene creencias políticas claras. Carece de capacidad de disciplina para seguir un plan predeterminado. No le gusta recibir consejos o escucharlos. Fue un padre poco presente durante la infancia de sus hijos. Con excepción de construcción de edificios, Trump no tiene ningún otro conocimiento profundo. Cuando habla sobre otros temas, parece como si acabara de aprender todos los datos y que muchos de ellos realmente no los ha comprendido en su totalidad.

A diferencia de muchos otros presidentes de los Estados Unidos, Donald Trump es una persona que no lee, que no le gusta concentrarse en detalles y que no es un buen negociador, pese a haber sido coautor de un libro sobre el tema: "The Art of the Deal". Al referirse a este libro, él no se siente como su autor sino como uno de sus personajes. Le gusta hablar en tercera persona narrando las cosas que Trump hizo. Él se considera "un macho alfa" como los que aparecen en la serie de televisión "Mad Men." Él siempre está buscando una excusa para no ser conformista y al mismo tiempo ser alguien respetado por otros. Le importa mucho ganar a cualquier costo. Le gusta ser rebelde, provocador y vivir fuera de las reglas, muchas de las cuales le incomodan. No tiene gran habilidad para planificar, organizar, prestar atención y cambiar el foco de la misma. Le cuesta mucho organizar sus conductas con el fin de obtener algún objetivo determinado. En algunos casos tiene dificultades relacionando causas con efectos, el libro de Wolff provee varios ejemplos de todas estas características.

Si la esencia de la política es estar en una red con conexiones, Donald Trump tuvo problemas al llegar a la presidencia debido a carecer de una carrera en política y, por ende, no tener suficientes contactos a los que acudir. Sin importarle la ley o lo que los demás piensen, Trump se rodea de su familia en la Casa Blanca. Esta predilección por la familia hace, por ejemplo, que Trump traicione a Chris Christie, gobernador de New Jersey, quien, en el 2005, como Fiscal Federal había encarcelado al padre de Jared Kushner, Charles Kushner por hacer trampa con sus impuestos y chantajear a su cuñado con una prostituta.

Según Wolff, Bannon describe a Trump como una simple máquina, que cuando se prende llena a su interlocutor de alabanzas, de términos superlativos totalmente alejados de la realidad. Dice de la gente que son los mejores, los más increíbles, lo nunca antes vistos, etc. Pero, el mismo Trump cuando se apaga, emite calumnias contra las personas con palabras llenas de rabia, amargura, resentimiento, que pueden llegar a expulsar totalmente a la persona de su círculo. Sin embargo, una de las cosas que él más aprecia es cuando otras personas lo alaban. Bannon aclara que la realidad distorsionada de Trump basada en hipérboles, exageraciones, improvisaciones y ninguna atadura a datos fácticos, son el resultado de su falta de astucia y de no tener un control sobre sus impulsos. Todas estas características constituyen elementos de sorpresa que generan inmediatas y espontaneas respuestas tanto de sus seguidores como de sus detractores. Por su parte, Katie Walsh, segunda en importancia del grupo de Priebus y funcionaria clave en la maquinaria política del Partido Republicano a nivel nacional, le confesaba a Wolff que trabajar para Trump era extenuante porque significaba siempre estar averiguando lo que él quería y tratarlo como si fuera un niño.

El texto también nos revela la poca preparación política que tiene Trump. De hecho, él hace ostentación de nunca haber escuchado un discurso de Obama porque le parecían aburridos. Adicionalmente, considera que fue electo por su habilidad en los negocios, sus conexiones, su experiencia y por representar la marca "Trump". Respecto a la prensa, piensa que muchos periodistas le deben favores, pues simplemente con sus apariciones se ha subido el rating de sus programas. De hecho, Trump entiende muchas de sus relaciones como transaccionales. En política, cuando nombra personal en altas posiciones del gobierno, considera que es un desperdicio de poder si no recibe algo a cambio, esto puede ser el apoyo de algún congresista o de algún grupo económico. La capacidad que tiene un funcionario para generar rating también es un criterio importante en el momento de evaluarlos. Desde su perspectiva, ser una celebridad es lo más importante. Ser famoso es lo equivalente a ser amado, o al menos a que las personas lo adulen. Los medios son la voz de una mente colectiva que decide ganadores y perdedores, quien vive y quien muere. La última palabra la tienen los medios según Trump.

También le da mucha importancia a proyectar la imagen de rectitud y respetabilidad y por esa razón, los hombres a su alrededor siempre deben vestir con traje y corbata. Sus subalternos lo deben llamar "Señor Trump." Por esto, para él es mortificante el sarcasmo con que lo tratan en los programas de comedia de la televisión norteamericana, como "Saturday Night Live". Entre sus amigos más cercanos, Trump confiesa que esas burlas no solo lo afectan como persona, sino que también perjudican su capacidad como negociador y que por lo tanto son elementos en contra del interés nacional. Para el mandatario, el contenido de un escándalo no es importante sino el hecho de que el mismo permanezca en la mente del público por más de una semana. Esta es una de las razones por las cuales le mortifica la investigación que se realiza sobre la relación de su campaña con Rusia.

Vídeo: "Donald Trump en el Despacho Oval" según Saturday NIght Live (Subtitulos en Español)

Algunos de sus asesores también dicen que tiene problemas para concentrarse cuando le hacen largas presentaciones verbales y/o con muchas estadísticas, Por el contrario, se involucra más en los temas cuando las charlas contienen muchas fotografías. En otras palabras, ellos encuentran que entre más complejos sean los argumentos, menores posibilidades hay para convencerlo. Esto hace que expertos en temas pocas veces tengan éxito presentando sus puntos de vista. Por ejemplo, el lanzamiento de misiles contra la base aérea siria antes mencionado, solo fue autorizado por el presidente, cuando vio las fotos de las victimas del ataque químico contra los civiles.

El libro adicionalmente indica que Trump dice no tener tiempo de leer, e inclusive que muchas veces ni ojea los documentos. Gran parte de la información política con la que él opera viene de los canales de noticias por cable, los cuales ve religiosamente en los tres monitores que tiene en su habitación. Después de cenar a las 6:30 PM y ver los noticieros, acostumbra a llamar por teléfono a muchos de sus amigos para consultarles cosas del gobierno. Se dice que estas comunicaciones son una de las principales fuentes de filtración de información a la prensa, pues muchas personas después de hablar con el presidente, empiezan a contar sobre la conversación a sus amigos.

 
 

Al hablar con periodistas, Trump espera que los medios lo tomen en serio, que lo mencionen con frecuencia, que le pidan sus puntos de vista, y que intercambien chismes sobre otras celebridades. Aunque Trump se presentaba durante la campaña como alguien por fuera del sistema, él siempre ha sufrido cuando no se lo incluye en el ciclo de noticias. Una de sus más importantes posesiones es su colección de fotos de portada de la revista Times, con orgullo él dice haber salido entre 14 y 15 veces, más que cualquier otra celebridad. Su necesidad de figurar, también lo lleva a no querer compartir créditos con otras personas, especialmente con sus asesores. Por ejemplo, se molestó mucho con Bannon cuando fue publicado el libro "Devil´s Bargain" (2017) de Joshua Green, donde se sostiene que la victoria de Trump se debe en gran parte a la habilidad estratégica de Bannon. En otro episodio similar, cuando periodistas felicitaron públicamente a Bannon por invitar a miembros del sindicato de trabajadores del acero a reunirse con el presidente en la oficina Oval, no cual no hizo Obama, Trump inmediatamente los corrigió aclarando que la idea fue suya y no del asesor. Wolff indica que Trump siempre quiere ser el centro absoluto de atención, convertirse en la persona capaz de dispensar favores y delegar poder, al igual que de retirar esos beneficios en cualquier momento, y muchas veces sin calcular las consecuencias de esto.

 
 

Para Trump, el valor de una persona esta en directa relación con la cantidad de dinero que esta tenga. Teniendo esto presente, el grupo Jarvanka siempre se aseguró que sus aliados con grandes fortunas, como Rupert Murdoch, hablaran continuamente por teléfono con el presidente. Ellos también encontraron que Trump cambiaba mucho de opinión y que por lo general tomaba decisiones basado en el punto de vista de la última persona con quien hablaba, esto sin importar el peso de los argumentos emocionales y racionales que se le presentaban. Por lo tanto, decidieron aumentar su presencia al máximo mientras que al mismo tiempo, marginar a personas de grupos antagónicos en la Casa Blanca. Jared e Ivanka entendían que a mayor proximidad con el presidente su influencia crecía.

También Trump es recurrente en señalar los sacrificios personales que debe hacer y los negocios que está perdiendo debido a su posición como presidente. Por ejemplo, la noche anterior a la inauguración, Trump tuvo que quedarse en el residencia para huéspedes especiales de la Casa Blanca, la "Blair House", en lugar de una suite en su Trump International Hotel. Al día siguiente, estuvo protestando que el agua era muy caliente, con poca presión y que la cama era bastante mala. En otras ocasiones, Trump indica que la ley no le prohíbe ser el presidente y al mismo tiempo manejar sus negocios, pero que, para ejercer mejor su función, él se sacrifica separándose de sus empresas.

Entre los elementos positivos del presidente, Wolff menciona su rapidez, su entusiasmo, su espontaneidad y la capacidad para encontrar las debilidades de sus oponentes. Es de recordar la facilidad como él le ponía apodos a sus competidores durante la campaña y la forma generalizada como estos nombres peyorativos tenían eco en la opinión pública.

Los anteriores son solo algunos datos que pueden ser incluidos en un futuro perfil psicológico del presidente Trump, Wolff narra un mayor número de elementos a los mencionados en este artículo. Por ejemplo, habla de diferentes episodios frente a las mujeres al igual de lo que él piensa respecto a diversos grupos étnicos y religiosos. Por supuesto un perfil psicológico bien elaborado debería incluir datos de otras fuentes de información con un sesgo posiblemente más favorable para el mandatario, como es el texto "Understanding Trump" (2017) de Newt Gingrich.

 

La lectura del libro frente a las elecciones legislativas en noviembre del 2018

El libro concluye con la victoria del grupo Jarvanka (liderado por Jared Kushner y su esposa Ivanka Trump) sobre sus adversarios representados por Reince Priebus, representante del "stablishment" del Partido Republicano y Steve Bannon, líder intelectual de la facción de derecha, ultra nacionalista. Sin embargo, el epílogo le da un nuevo giro a la historia, al transportarnos a las elecciones internas del Partido Republicano en Alabama donde el candidato de Bannon, Roy Moore, derrotó a su opositor, Luther Strange, quien gozaba del apoyo de Donald Trump, del presidente del Senado Mitch McConnell y de toda la maquinaria del Partido Republicano. Esta victoria se logró pese a que Strange gastó 32 millones de dólares en su campaña contra los 2 millones invertidos por Bannon y Moore. Como una buena novela de suspenso, el libro termina presentando a Bannon nuevamente triunfante y demostrándole al mundo político que la base electoral de Trump no está necesariamente con su presidente. Además, demuestra que la derecha que Bannon representa puede trabajar y ganar elecciones a favor de un "Trumpismo" sin Donald Trump.

 

Esta reseña fue escrita por Mauricio Florez Morris, Ph.D. Profesor de la Especialización en Opinión Pública y Mercadeo Político de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.

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